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lunes, 3 de abril de 2017

La Biblia enseña que Jesucristo está verdaderamente presente en la Eucaristía

La Biblia enseña que Jesucristo está verdaderamente presente en la Eucaristía



                       Jesucristo y los doce apóstoles durante la Última Cena


Juan 6, 53: Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”.

Los protestantes no creen que la eucaristía sea el verdadero cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo. Los católicos creen que, después de la consagración en la misa, “el Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está verdadera, real y sustancialmente contenido” en la eucaristía bajo las apariencias del pan y del vino (Concilio de Trento, decreto sobre la eucaristía). La creencia católica de la eucaristía fue unánimemente sostenida durante los primeros 1500 años del cristianismo. El fundamento bíblico de la enseñanza católica sobre la eucaristía es contundente e innegable.




EN JUAN CAPÍTULO 6, JESÚS DICE CLARAMENTE QUE SU CARNE ES COMIDA Y SU SANGRE ES BEBIDA, Y QUE DEBEMOS COMER SU CARNE Y BEBER SU SANGRE

Juan 6, 51-58: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente”.

Jesús dice una y otra vez, en los términos más claros, que su carne es comida y su sangre es bebida. Él dice que si no coméis su carne y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros.

LOS JUDÍOS SE BURLABAN DE LA IDEA DE COMER SU CARNE; EN RESPUESTA, JESÚS CONFIRMA QUE ESO ES EXACTAMENTE LO QUE ÉL QUERÍA DECIR
Los no católicos afirman que las palabras de Jesús en Juan 6 no deben ser entendidas literalmente. Ellos dicen que Jesús estaba hablando sólo metafóricamente o simbólicamente. Tal interpretación no se justifica en el contexto de Juan 6. Además, aquello se refuta claramente por lo que Jesús les dice a los judíos inmediatamente después que ellos expresaron su incredulidad ante la idea de comer su carne.
Juan 6, 52-53: “Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”.
Los judíos no creían que fuera posible que Jesús les diera de comer su carne. Ellos decían exactamente lo que los protestantes dicen hoy en día. Si Jesús hubiese estado hablando en términos puramente metafóricos (en vez de literal), como dicen los protestantes, entonces esa era la ocasión perfecta para que Él les asegurase que su aprensión era infundada. Era el momento perfecto para que Jesús les explicara que en realidad Él no estaba queriendo decir que la gente debía comer su carne, sino que Él quería decir otra cosa.
En cambio, ¿qué les dijo? En respuesta a su incredulidad, vemos que Jesús repite el mismo mensaje: que verdaderamente es necesario comer su carne y beber su sangre, pero en términos más fuertes. Él les dice que si ellos no comen su carne y beben su sangre no tendrán vida en ellos (Juan 6, 53).
MÁS AÚN: EN JUAN 6, 54, LA BIBLIA CAMBIA LA PALABRA PHAGO (QUE SIGNIFICA “COMER”) POR TROGO (QUE SIGNIFICA “MASTICAR” O “MOLER CON LOS DIENTES”) PARA NO DEJAR DUDA QUE LO QUE REALMENTE QUERÍA DECIR JESÚS ERA COMER SU CARNE
La palabra phago (que significa “comer” o “consumir”) es usada nueve veces en el texto original griego de Juan 6, 23-53. Phago es suficiente para comunicar la idea de comer la carne de Jesús. Inmediatamente después que los judíos expresaran su incredulidad acerca de que Jesús quería decir tal cosa, leemos (en Juan 6, 54) que Jesús usa una palabra aún más fuerte y más gráfica. La palabra que Él usa (en Juan 6, 54 y siguientes) es trogo. Esta palabra significa literalmente “masticar” o “moler con los dientes”; así lo confirma un estudio protestante de la Biblia que está accesible en internet[1]. Por lo tanto, para erradicar toda duda de la necesidad de comer su carne, Jesús cambia a una palabra que no significa otra cosa más literal que comer (masticar, moler con los dientes). La misma palabra trogo se usa para significar literalmente comer en Mateo 24, 38 y Juan 13, 18.
Juan 6, 54-56: “El que come [trogo] mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come [trogo] mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”.
A la luz de esta evidencia, es absurdo argumentar que Jesucristo no quiso decir que la gente debía comer su carne y beber su sangre.
                  Jesucristo da su Cuerpo y Sangre a sus apóstoles y a María


¿QUÉ PASA CON JUAN 6, 63?
Ante la evidencia abrumadora en Juan 6 de que la eucaristía es el verdadero cuerpo y sangre de Cristo, algunos no católicos buscarán cualquier cosa para combatirla. Ellos señalarán a Juan 6, 63.
Juan 6, 63: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Ellos afirman que esto indica que en realidad Jesús no quiso decir que la gente comiera de su carne. Sin embargo, esta afirmación no tiene sustento y se refuta por los siguientes puntos:
En primer lugar, sabemos que Jesús no está hablando de su carne en esta parte del versículo donde dice que “la carne no aprovecha para nada”. Considérese la siguiente pregunta: ¿La carne de Jesucristo no tiene ningún provecho o beneficio? ¿Qué hay de su encarnación? ¿Cómo podría Él hablar de su propia carne diciendo que no produce beneficio alguno cuando Él acaba de decir, una y otra vez,  (Juan 6, 51, etc.) que su carne es la vida del mundo?
Si Jesús estaba hablando de su carne cuando dice que la carne no aprovecha para nada, entonces Él se contradice a sí mismo. Jesús había dicho que su carne es la vida del mundo (Juan 6, 51, etc.) justo antes de decirles que “la carne no aprovecha para nada”. Eso es imposible y ridículo. Jesús no estaba hablando de su carne cuando Él dice “la carne no aprovecha para nada”.
En segundo lugar, Jesús dice que la gente necesita comer su carne y beber su sangre (y que su carne es comida) aproximadamente diez veces en este capítulo. En ninguna vez Él indica que su sentido no es literal; ni tampoco lo hace aquí.
Más bien, al enfatizarles que lo que Él dice acerca de su carne y su sangre es “espíritu y vida”, Jesús estaba disipando la idea de que todo lo que debe interesar con tener que comer su carne sea para el sustento de la vida física. La eucaristía es la verdadera carne y sangre de Jesús (como Él deja claro), así como su alma y divinidad, pero que, ante todo, produce una prenda espiritual. Ella es espíritu y vida. Ella es principalmente para el sustento de la vida espiritual y para obtener la vida eterna.
El cuerpo de Cristo no se come con el fin de satisfacer un estómago hambriento, sino por la inestimable vida espiritual y las gracias que produce. De esto es lo que Jesús estaba hablando. Esto se confirma en el siguiente punto, que muestra cómo después de sus palabras en Juan 6, 63, muchos de los seguidores de Jesús lo abandonaron por las “duras palabras” acerca de su carne y sangre. Ellos comprendieron que Jesús les estaba diciendo que debían comer su carne y beber su sangre, pero ellos simplemente se negaron a aceptarlo.
DESPUÉS DE DECIRLES QUE DEBÍAN COMER SU CARNE Y BEBER SU SANGRE, MUCHOS DE SUS DISCÍPULOS LO ABANDONARON; ESTO ES UNA PRUEBA DE QUE LES HABÍA QUEDADO CLARO A LOS PRESENTES QUE EL SIGNIFICADO DE LO DICHO POR JESÚS ERA PRECISAMENTE QUE LA GENTE DEBÍA COMER SU CARNE
Juan 6, 60-68: “Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? … Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.
Si Jesús no hubiera querido realmente decirle a la gente que comieran su carne y bebieran su sangre, entonces Él tendría que haberles aclarado el significado para evitar que esos discípulos lo abandonaran por causa de un malentendido. Él les habría dicho algo como: “Esperen, me habéis malentendido. Yo sólo hablaba simbólicamente. En realidad no quise decir que debíais comer mi carne y beber mi sangre”. Pero Él no hizo nada por el estilo. Él permitió que se fueran todos los que no aceptaron su mensaje. Esto es un indicio abrumador del contexto de que todo el mundo entendió que Jesús estaba hablando literalmente de la necesidad de comer su carne y beber su sangre. Ellos simplemente no pudieron aceptarlo, y Jesús ni negó la verdad ni modificó lo que les había dicho.
El hecho de que muchos de los seguidores de Jesús lo abandonaran porque es necesario comer su carne y beber su sangre es tristemente ilustrativo de cómo este asunto, en las diferentes épocas de la historia de la Iglesia, ha sido la causa principal por la que las personas abandonan la verdadera fe de Jesús. Ello ocurrió otra vez en el siglo XVI, cuando muchos abandonaron a Jesús y su verdadera fe porque se negaron creer que la eucaristía es el verdadero cuerpo y sangre de Jesucristo.

LOS PROTESTANTES ADMITEN QUE LA SANGRE DEL CORDERO PASCUAL MENCIONADA EN ÉXODO 12, CON LA QUE LOS HEBREOS TENÍAN QUE MARCAR LAS PUERTAS DE SUS CASAS, SIMBOLIZA A JESÚS COMO EL CORDERO DE DIOS SACRIFICADO POR LOS PECADOS DEL MUNDO; ELLOS IGNORAN QUE DIOS ORDENÓ A LOS HEBREOS QUE COMIERAN DEL CORDERO PASCUAL

En el Antiguo Testamento los hebreos comían el cordero pascual como Dios ordenó (izquierda) y esto simboliza a Jesús como el Cordero de Dios que debemos comer en la Eucaristía (derecha).


En Éxodo 12, leemos que Dios ordenó a los judíos que marcaran sus puertas con la sangre de un cordero. El ángel exterminador, al pasar por Egipto, no entraría en las casas de los hebreos cuyas puertas estuviesen marcadas con la sangre.
Éxodo 12, 13: “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”.
Protestantes y católicos reconocen que la sangre del cordero pascual (un hecho real) era también un tipo (una prefigura) de Jesucristo, el verdadero Cordero Pascual. Él fue el verdadero Cordero que fue inmolado. Su sangre fue derramada para la salvación del mundo. El Nuevo Testamento declara repetidamente que Jesús es “el Cordero de Dios” que quita los pecados del mundo (Juan 1, 29; 1 Pedro 1, 19; Apoc. 22, 1; Apoc. 15, 3, etc.). San Pablo describe específicamente a Jesús como el Cordero Pascual en 1 Corintios 5, 7.
1 Corintios 5, 7: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”.
Juan 1, 29: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
No hay duda que la sangre del cordero Pascual es el tipo de la sangre de Jesucristo, y que el cordero Pascual es el tipo de Jesucristo. Ahora viene la parte interesante en lo que respecta a esta cuestión. A los hebreos no sólo se les mandó marcar sus puertas con la sangre del cordero; también se les ordenó comer el cordero.
Éxodo 12, 7-8: “Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne…”.
Éxodo 12, 11: “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová”.
La necesidad del consumir el cordero Pascual nos muestra la necesidad de comer la carne del Hijo del hombre en la eucaristía. No basta con ser marcados con la sangre del cordero; también se debe consumir el Cordero de Dios, Jesucristo, para ser salvos. Es necesario recibirlo en la eucaristía. Él se hace presente en una misa católica válida. También es interesante que nadie que no fuera de la familia de Dios podía comer el cordero (Éxodo 12, 43-45), al igual que nadie que no tenga la verdadera fe puede recibir la eucaristía.

JESÚS OBRÓ EL MILAGRO DE LOS PANES Y LOS PECES EL DÍA ANTERIOR EN QUE LES HABLÓ DE LA EUCARISTÍA PARA MOSTRARLES A TODOS QUE ES POSIBLE LA SUPERABUNDANCIA MILAGROSA
Jesús obrando el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.


En el mismo capítulo en que Jesucristo habla con tanta claridad de recibir su carne y sangre en la eucaristía, leemos que Él obró el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
Juan 6, 9-14: “… cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo”.
5000 personas comieron milagrosamente de lo que comenzó como cinco panes y dos peces. Jesús hizo este milagro justo el día antes en que les diría que debían recibir su carne y su sangre en la eucaristía. Al obrar este milagro justo antes que Él les dijera que debían recibir su carne y su sangre en la eucaristía, Jesús tuvo la intención de mostrarles que tal cosa era posible. Porque el concepto de comer la carne y sangre de Jesús era algo completamente nuevo e increíble para ellos. De la misma manera, la idea de que Él se hiciera milagrosamente presente para el pueblo en muchos lugares era sorprendente. La multiplicación milagrosa de la comida tenía la intención de disipar sus dudas, para ganar su plena confianza en sus palabras antes de hablarles acerca del milagro de la eucaristía. La multiplicación de los panes y peces significaba el alimento milagroso de la eucaristía, que no es pan, sino el cuerpo y sangre de Cristo.
LA EUCARISTÍA NO PUEDE SER SÓLO PAN ORDINARIO; PORQUE SI LO FUESE, SERÍA INFERIOR AL TIPO DEL ANTIGUO TESTAMENTO: EL MANÁ EN EL DESIERTO QUE APARECÍA MILAGROSAMENTE
No cabe duda que el maná del desierto (Éxodo 16) era una prefigura de la eucaristía. Jesús hace una conexión entre ambos en Juan capítulo 6.
Juan 6, 48-51: “Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él coma, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo… y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”.
Jesús hace referencia al maná en el desierto, y luego dice que su carne es el verdadero maná del cielo. El maná del cielo era un pan, pero un pan que aparecía milagrosamente. Caía todos los días, excepto los sábados, durante los cuarenta años en que los hebreos estuvieron en el desierto. Aparecía como si hubiera caído del cielo.
Éxodo 16, 15: “Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer”.
El cumplimiento del Nuevo Testamento es mayor que el tipo (o prefigura) del Antiguo Testamento. Si, como dicen los protestantes, la eucaristía es sólo un pan ordinario, entonces sería inferior al maná en el desierto, que aparecía milagrosamente; sería inferior a su tipo del Antiguo Testamento. Esto no tiene sentido, no puede ser. De alguna manera la eucaristía debe ser sobrenatural y milagrosa.

JESÚS DICE: “ESTE ES MI CUERPO” Y “ESTA ES MI SANGRE”; ÉL NO DICE: ESTO ES SÓLO UN SÍMBOLO DE MI CUERPO Y SANGRE

Mateo 26, 26-28: “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpoY tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Marcos 14, 22-24: “Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”.
Lucas 22, 19-20: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Las traducciones anteriores son de la versión protestante de la Biblia King James (Reina Valera). Incluso las traducciones protestantes muestran que Jesús declara que la eucaristía es su cuerpo y su sangre. Hay muchas maneras en hebreo o arameo por las que Jesús podría haber dicho “esto representa mi cuerpo”, o “esto es un símbolo de mi cuerpo”, pero no lo hizo.  Él dice “este es mi cuerpo” y “esta es mi sangre”.
Por otra parte, contrariamente a lo que algunos piensan, las palabras “haced esto en memoria mía” (Lucas 22, 19) no sugieren que la eucaristía sea un símbolo. La palabra griega “memoria” es anamnesis. Ella tiene un significado sacrificial. Es el sacrificio que se ofrecía en el Antiguo Testamento. Significa hacer presente de nuevo como una ofrenda sacrificial. Jesús les dice que ofrezcan su verdadero cuerpo y sangre al Padre como un sacrificio memorial.
EL LENGUAJE DE JESÚS CORRESPONDE AL DE MOISÉS EN ÉXODO 24, EN LA FUNDACIÓN DE LA PRIMERA ALIANZA QUE TENÍA SANGRE REAL
La institución de la eucaristía (de la que leemos en Mateo 26, Marcos 14, y Lucas 22) corresponde claramente a la institución de la primera alianza en Éxodo 24.
Éxodo 24, 8: Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas”.
Mateo 26, 26-28: “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Nótese la similitud de lenguaje entre la institución de las dos alianzas. Jesús instituye la Nueva Alianza en su sangre con el mismo patrón con que Moisés instituyó la primera alianza. La Nueva Alianza de Jesús toma el lugar de la Antigua, y será la alianza nueva y eterna. Pero si la sangre a la que se refiere Jesús no fuere verdadera sangre —sino sólo un símbolo, como dicen los protestantes— entonces la Nueva Alianza sería inferior a la antigua, porque la institución de la Antigua Alianza involucraba sangre real.
1 CORINTIOS 10 ENSEÑA CLARAMENTE QUE LA EUCARISTÍA ES COMUNIÓN CON EL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
1 Corintios 10, 16: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
San Pablo es claro al decir que la eucaristía es el verdadero cuerpo y sangre de Cristo.
1 CORINTIOS 11 DICE QUE RECIBIR LA EUCARISTÍA INDIGNAMENTE ES PROPIAMENTE PECAR CONTRA EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR
1 Corintios 11, 26-29: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación”.
De acuerdo con la clara enseñanza de la Biblia, quien recibe indignamente la eucaristía es culpable del cuerpo y sangre del Señor. San Pablo dice que la persona que recibe la eucaristía sin las debidas disposiciones y discernimiento come y bebe su propia condenación. Si la eucaristía fuera sólo un pedazo de pan y algo de vino, tomado en memoria de Cristo, ¿cómo podría alguien que lo recibe de manera indebida ser culpable del cuerpo y sangre del Señor? Obviamente no sería declarado culpable del cuerpo y sangre de Cristo a menos que la eucaristía fuese verdaderamente el cuerpo y sangre de Cristo.
LA IGLESIA PRIMITIVA CREÍA UNÁNIMEMENTE QUE LA EUCARISTÍA ES EL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
San Ignacio de Antioquía, año 110 d.C., creyó que la Eucaristía era la carne de Jesucristo.

Además de la clara evidencia bíblica que hemos visto, el testimonio de la Iglesia antigua apoya unánimemente la enseñanza católica de la eucaristía. Todo aquel que se tome el tiempo de consultar a los Padres de la Iglesia sobre este punto descubrirá que todos ellos creían que la eucaristía es el cuerpo y sangre de Cristo. Los Padres de la Iglesia son los escritores cristianos de los primeros siglos. Ellos son los que recibieron la tradición de los Apóstoles.
La creencia protestante de la eucaristía era ajena a toda la Iglesia cristiana de los primeros 1500 años de su existencia. Se podrían citar muchos pasajes de los Padres de la Iglesia sobre esta materia, pero sólo citaré a tres. En el 110 d.C., San Ignacio de Antioquía (uno de los Padres apostólicos generalmente reconocido por los protestantes) dice lo siguiente acerca de un grupo de herejes que negaban que la eucaristía es la carne de Cristo. Él se refería a los docetas, que también negaban la realidad de la encarnación y de la crucifixión.
San Ignacio de Antioquía, epístola a los fieles de Esmirna, cap. 7, 110 d.C.: Ellos se abstienen de la eucaristía y de la oración, porque ellos no confiesan que la eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, que sufrió por nuestros pecados, y que el Padre, de su bondad, resucitó de nuevo”.
San Irineo, Contra las Herejías, Libro 5, cap. 2, 185 d.C.: “Por tanto, cuando el cáliz mezclado y el pan horneado reciben la palabra de Dios y se convierten en la eucaristía, el cuerpo de Cristo, y de estos la sustancia de nuestra carne se incrementa y sustenta, ¿cómo pueden decir que la carne no es capaz de recibir el don de Dios, que es la vida eterna – carne que es nutrida por el cuerpo y la sangre del Señor, y es de hecho un miembro de él?”.
San Cirilo de Jerusalén, discursos de catequesisMistagógica 1, 19:7, 350, d.C.: “Porque así como el pan y el vino de la eucaristía antes de la invocación de la santa y adorable Trinidad son simple pan y vino; así después de la invocación, el pan se convierte en el cuerpo de Cristo y el vino en la sangre de Cristo…” (http://mb-soft.com/believe/txuc/cyril48.htm).

Negar la enseñanza católica acerca de la eucaristía es simplemente negar la clara enseñanza de Jesucristo y de la Biblia.

Descargar el PDF: Jesús está verdaderamente presente en la Eucaristía


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