Blog Oficial del Maestrazgo Templario de San Bernardo

viernes, 30 de diciembre de 2016

EL REY TEMPLARIO

El Rey Templario



Willtron



















El rey de Aragón Jaime I (1208-1276), denominado el Conquistador, es el prototipo de rey cristiano, sabio y guerrero. Nacido en la localidad gala de Montepellier, hijo dePedro IIrey de Aragón y conde de Barcelona, y la condesa María de Montepellier, tras la muerte de su padre en combate contra los herejes cátaros fue donado al maestre de los caballeros templarios aragoneses por el Papa Inocencio III cuando todavía era menor de edad para ser educado en el arte de la guerra y la disciplina monástica. Jaime I fue conducido al castillo de Monzón, en el Alto Aragón, donde pasó tres años (1214-1217). No le resultó demasiado agradable su estancia con los templarios al sucesor de la Corona Aragonesa, pues huyó con nueve años de edad apoyado por algunos caballeros y nobles disfrazado con una cota de malla y armado con una espada.

Una vez que Jaime I huyó de Monzón reunió a las Cortes en Villafranca (1217) y un año después en Lérida, donde se vio obligado a entregar la regencia al infante don Sancho de Rosellón. Desde muy temprana edad el rey demostró una gran destreza y arrojo en el combate. Su inteligencia y capacidad militar sólo pudo tener un origen: eran habilidades adquiridas durante el tiempo que estuvo sometido a la férrea disciplina del Temple. El joven rey nunca dudó de las bondades de la Orden y prueba de ello es que a partir de entonces empleó a los caballeros templarios en la mayoría de acciones bélicas que emprendía.

La conquista de las Islas Baleares del invasor musulmán fue decisiva en la historia de Jaime I y también en la de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo. Ésta envió a unos cien caballeros escogidos entre los más señalados de la congregación. Aportó además una cantidad indeterminada de sargentos y escuderos. Según el Llibre dels fets, los templarios embistieron a los sarracenos a viva fuerza y acuchillándoles en la toma de Mallorca (1229). El contingente cristiano juró que nadie se detendría en su avance, “viere caer al que fuere”. Este tipo de consignas era tan sólo comparable a la que defendían los templarios cuando cargaban contra el enemigo al grito de “¡Victoria o muerte!”. El rey aragonés ordenó ante el enemigo ataques en escuadra, empleados habitualmente por la orden religiosa militar en sus batallas.

Tras la retirada de los moros, Jaime I clavó en el cerro de Coll de Rey la bandera real cristiana, que era mitad roja y mitad blanca. Curiosa su similitud con los colores de la Orden del Temple, blanco (símbolo de pureza) y rojo (símbolo de sacrificio). Tenía apenas 21 años de edad. La recompensa posterior a la toma de la isla otorgada a los templarios por Jaime I consistió en distintas propiedades desde Sóller hasta Alcudia. En total: 122 alquerías, 525 caballerías, 365 casas y 54 obradores. Los caballeros militares de la Orden le acompañaron siempre, durante toda su vida y en cada una de las conquistas siguientes que realizó: MenorcaValencia yMurcia.

En tiempos de la reconquista de Valencia, el rey Jaime I escribió a los templarios de Monzón, donde fue educado, y les pidió la espada Tizona, que portaba por entonces el maestre Guillem de Montrodón y había pertenecido al mismísimo Cid Campeador. Quizás por ello conquistó la capital del Turia en apenas cuatro semanas. Cuando se disponía a entrar en la ciudad, un murciélago se posó sobre el estandarte real y el rey entendió que aquel extraño acontecimiento era un signo de buen agüero. Murciélago en árabe se pronuncia khuffash, y esta palabra deriva de la raíz khfsh, que significa derrocar, avasallar. Y su significado sufí es “pupila que sólo ve de noche”. Este detalle sugiere que don Jaime podría haber adquirido algunos conocimientos iniciáticos en su antigua relación con los templarios.

Aunque las circunstancias políticas empujaran al rey a tomar decisiones propias de un hombre de su tiempo, también resulta evidente su simpatía, tolerancia y buenas relaciones humanas con musulmanes, cátaros y judíos a lo largo de todo su reinado y su profundo respeto hacia los miembros de otras religiones; en esto, como en tantos otros aspectos, parece existir un proyecto común con la Orden del Temple. Como los freires del Templo de SalomónJaime I hizo gala de su condición de caballero, de su fe religiosa y de su habilidad como guerrero. Nunca negó la gran admiración que sentía por aquellos a los que él llamaba cariñosamente sus “intrépidos templarios”

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